El ACV hemorrágico, también conocido como accidente cerebrovascular hemorrágico, ocurre cuando se produce una ruptura en una arteria o vaso sanguíneo en el cerebro. Esta condición, que puede manifestarse de manera súbita, implica la liberación de sangre que comprime y daña el tejido cerebral adyacente. Es importante destacar que existen dos tipos principales de ACV hemorrágico: la hemorragia intracerebral y la hemorragia subaracnoidea.

¿Cuáles son los síntomas de un ACV hemorrágico?

Los accidentes cerebrovasculares pueden reconocerse a partir de la aparición de los siguientes síntomas:

  • Debilidad o incapacidad de mover una parte del cuerpo
  • Entumecimiento o pérdida de la sensibilidad
  • Disminución o pérdida de la visión
  • Dificultad para usar el lenguaje
  • Incapacidad para reconocer o identificar cosas familiares
  • Dolor de cabeza repentino
  • Vértigo
  • Mareos
  • Pérdida de coordinación
  • Dificultad para deglutir
  • Somnolencia, estupor, letargo, estado comatoso o inconsciente

¿Qué provoca el ACV hemorrágico?

Las causas que generan un accidente cerebrovascular hemorrágico son múltiples. Algunas están asociadas a factores de riesgo específicos como problemas de hipertensión arterial, que lesiona las paredes arteriales hasta que se rompen, tabaquismo o consumo de otras sustancias tóxicas como cocaína.

En otros casos los accidentes cerebrovasculares hemorrágicos pueden tener relación con un aneurisma, que se trata de una zona débil en la pared de un vaso sanguíneo que provoca que éste sobresalga o se abombe. Esto puede llegar al punto de romperse y generar un problema mayor.

Otros pacientes, con más riesgo los de la tercera edad, pueden sufrir ACV Hemorrágico por la acumulación de amiloide en las paredes arteriales, lo que hace que sean más propensos al sangrado.

Entre las causas que generan un accidente cerebrovascular hemorrágico se cuentan las conexiones anómalas entre arterias y venas que pueden derivar en malformaciones que conectan directamente una arteria con una vena sin pasar previamente por los capilares. Al ser mayor la presión sanguínea en la arteria que en la vena, la última se puede romper y sangrar.

Tipos de ACV

Existen dos tipos de ACV hemorrágicos:

Hemorragia subaracnoidea: 

Se da cuando se rompe una de las arterias que recubren el cerebro, creando un riego de sangre entre el cráneo y la capa superficial del cerebro. Esta emergencia médica provoca la muerte de las células del cerebro.

Hemorragia intracerebral:

Se presenta a causa de la ruptura de un vaso sanguíneo cerebral, haciendo que el flujo de sangre y oxígeno se vean obstruidos y por ende la masa cerebral y las neuronas empiezan a morir instantáneamente.

Entre los dos tipos de ACV hemorrágicos, la hemorragia intracerebral suele considerarse más grave debido a la naturaleza directa del daño cerebral que provoca. En este caso, la ruptura de un vaso sanguíneo cerebral resulta en una obstrucción del flujo de sangre y oxígeno hacia áreas importantes del cerebro, lo que lleva a la muerte instantánea de masa cerebral y neuronas. Esta interrupción brusca en el suministro de oxígeno puede causar daños significativos y permanentes en las funciones cerebrales, así como secuelas graves para el paciente. Por otro lado, la hemorragia subaracnoidea, aunque también grave y potencialmente mortal, afecta principalmente al espacio entre el cráneo y la capa superficial del cerebro, lo que puede provocar la muerte de células cerebrales pero generalmente no con la misma rapidez o gravedad que la hemorragia intracerebral.

¿Cómo prevenir un ACV hemorrágico?

Para prevenir un ACV hemorrágico, es fundamental adoptar un enfoque proactivo para mantener la salud cerebral y cardiovascular. Aquí tienes algunas recomendaciones clave:

  • Control médico regular: Es fundamental realizar revisiones médicas periódicas con tu médico de cabecera. Durante estas consultas, se pueden evaluar los factores de riesgo individuales, como la presión arterial, el colesterol y el azúcar en sangre, y tomar medidas para controlarlos.
  • Estilo de vida saludable: La adopción de hábitos de vida saludables es esencial. Esto incluye realizar actividad física regularmente, preferiblemente 30 minutos al día, cinco días a la semana. El ejercicio ayuda a mantener un peso saludable, controlar la presión arterial y reducir el colesterol, todos factores clave en la prevención de un ACV hemorrágico.
  • Alimentación equilibrada: Una dieta rica en frutas, verduras, granos enteros, pescado, nueces y grasas saludables puede ayudar a reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares, incluidos los ACV hemorrágicos. Reducir el consumo de alimentos procesados, grasas saturadas y sal también es importante para mantener la salud vascular.
  • Control de la presión arterial: Mantener la presión arterial dentro de los niveles normales es fundamental para prevenir un ACV hemorrágico. Esto puede lograrse mediante la adopción de hábitos de vida saludables, como una dieta baja en sodio, ejercicio regular y, en algunos casos, medicación recetada por un médico.
  • Abstención del tabaco y alcohol: Fumar y beber alcohol en exceso son factores de riesgo significativos para los accidentes cerebrovasculares. Dejar de fumar y moderar el consumo de alcohol pueden reducir considerablemente el riesgo de sufrir un ACV hemorrágico y otros problemas de salud graves.
  • Al seguir estas recomendaciones, puedes reducir significativamente tu riesgo de experimentar un ACV hemorrágico y mantener una buena salud cerebral y cardiovascular a largo plazo. Recuerda que es importante consultar siempre a un médico para obtener asesoramiento personalizado y seguir un plan de prevención adecuado a tus necesidades individuales.

ACV Hemorrágico Qué Es

¿Qué secuelas deja un ACV hemorrágico?

Un ACV hemorrágico puede dejar secuelas leves con efectos sólo temporales aunque también existen los que pueden generar daños graves y permanentes.

Algunas de ellas son:

  • Debilidad o parálisis
  • Falta de conciencia de un lado del cuerpo
  • Pérdida de la sensibilidad a un lado del cuerpo
  • Dificultad para tragar
  • Cansancio extremo y problemas para dormir
  • Problemas para hablar, leer y escribir
  • Visión doble o ceguera parcial
  • Pérdida de memoria y concentración
  • Dificultad para controlar esfínteres o estreñimiento
  • Cambios de comportamiento

Secuelas temporales:

Las secuelas temporales son aquellas que suelen mejorar con el tiempo y el tratamiento adecuado. Estas pueden estar relacionadas con la inflamación temporal del tejido cerebral circundante debido a la hemorragia.

Por ejemplo, la debilidad o parálisis puede ser temporal debido a la inflamación y la interrupción temporal de la función cerebral en ciertas áreas.

La falta de conciencia de un lado del cuerpo, la pérdida de sensibilidad, la dificultad para tragar y el cansancio extremo pueden ser temporales mientras el cerebro se recupera y adapta.

Otros síntomas, como los problemas para hablar, leer y escribir, la visión doble o la pérdida temporal de memoria y concentración, pueden ser el resultado de la interrupción temporal en las conexiones neuronales y pueden mejorar con el tiempo y la terapia.

Secuelas permanentes:

Las secuelas permanentes son aquellas que persisten a largo plazo y pueden no mejorar significativamente con el tiempo. Estas generalmente están relacionadas con el daño estructural irreversible en el tejido cerebral.

Por ejemplo, la debilidad o parálisis puede ser permanente si hay daño permanente a las áreas motoras del cerebro.

La pérdida permanente de sensibilidad, los problemas de control de esfínteres o estreñimiento, y los cambios de comportamiento pueden ser el resultado de lesiones cerebrales irreversibles.

La visión doble o la ceguera parcial pueden ser permanentes si hay daño a las áreas visuales del cerebro que no pueden recuperarse completamente.

Las secuelas permanentes pueden ocurrir cuando hay daño estructural significativo en el cerebro debido a la hemorragia, como la muerte de células cerebrales y la formación de cicatrices.

¿Cómo es el proceso de rehabilitación?

Una persona que sufrió un accidente cerebrovascular probablemente deba en la etapa de recuperación volver a aprender habilidades cotidianas para adaptarse a las secuelas y mejorar paulatinamente.

En general, la mayoría de los pacientes que sufrieron un accidente cerebrovascular se recuperan entre las primeras semanas y los primeros meses desde el episodio, aunque existen casos en los que la rehabilitación puede llevar más tiempo.

En cada caso, el médico diseña un programa de rehabilitación acorde a las particularidades del paciente que puede implicar procedimientos hospitalarios, ambulatorios y con varios especialistas como fisioterapeutas, terapeutas del habla, terapistas ocupacionales, psicólogos, oftalmólogos, entre otros.

Dr. Enrico Casco (MN 134625), médico especialista en diagnóstico por imágenes, Director Médico de Genea Imágenes y Centro Médico y médico de planta del Servicio de Tomografía Computada del Hospital Enrique Tornú. Realizó su especialización en el Hospital Militar Central y actualmente se encuentra cursando la Maestría en Gestión de la Salud de la Universidad de San Andrés.
Enrico Casco
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