Reducir el estrés es una de las indicaciones médicas más frecuentes en pacientes con distintas patologías. Si bien cada enfermedad tiene un conjunto de causas asociadas, este factor participa en muchas de ellas.
El estrés es una sensación de tensión relacionada con la furia y la frustración y puede manifestarse de forma física o emocional. Existen muchas definiciones ancladas en distintas perspectivas de la medicina, pero esta es la más básica y general.
Antes de preguntarnos cómo calmar el estrés, debemos comprender qué tanto está afectando a nuestra vida cotidiana y qué riesgos implica en ella. Subestimar al estrés o pasarlo por alto es muy común por parte de quienes desconocen sus consecuencias.
A continuación, una explicación sencilla sobre los tipos de estrés que existen, sus complicaciones y 10 consejos para reducirlo.
¿Qué tipos de estrés existen?
El estrés ya se convirtió en una especie de “sentimiento normal” que, según la cultura y las condiciones de vida de una sociedad, impacta en la gran mayoría de la población.
Estar conectados todo el día con el celular, bombardeados por la publicidad o pendientes de nuevas necesidades y deseos constantes de consumo, son rasgos que caracterizan la era de la transformación digital e implican cierto grado de estrés masivo.
Aún así, hay dos tipos de estrés a los cuales debemos estar atentos para cuidar nuestra salud:
- Estrés agudo: es espontáneo, a corto plazo y tiende a desaparecer rápidamente.
Algunos ejemplos de situaciones en las que se puede experimentar son una discusión con un ser querido, un episodio o accidente automovilístico.
Cabe mencionar que algunas situaciones nuevas o emocionantes también pueden provocar estrés agudo y ansiedad, aunque nos parezcan positivas.
El hecho de que desaparezca solo no significa que no pueda generar consecuencias en el paciente y que no debamos estar atentos a ellas.
- Estrés crónico: persiste durante un período de tiempo prolongado y está asociado a situaciones permanentes como problemas económicos, de pareja o laborales. Si el estrés continúa por semanas o meses forma parte de esta clasificación.
El principal riesgo del estrés crónico es que el paciente se acostumbra a lidiar con él y, en ocasiones, no toma cartas en el asunto.
Enfermedades ocasionadas por el estrés
Tanto el estrés agudo como el estrés crónico pueden ser parte del conjunto de síntomas y causas de distintas enfermedades como:
- Insuficiencia cardíaca.
- Diabetes y obesidad.
- Presión arterial alta.
- Problemas menstruales.
- Enfermedades en la piel, como eczemas o acné.
- Trastornos de ansiedad y/o depresión.
El médico de cabecera podrá solicitar distintas pruebas como una resonancia magnética del cerebro, estudios del corazón y otros. Pero, en cualquier caso, nos sugerirá que implementemos técnicas para reducir el estrés.
Cómo reducir el estrés: 10 consejos
Si bien cada paciente y su realidad estarán asociados a lineamientos para combatir el estrés, algunas prácticas son consideradas transversales a todos los casos y pueden resultar de gran ayuda.
A continuación, algunas ideas fácilmente empleables para intentar reducir el estrés:
- Aumentar las horas de sueño, tanto por la noche como intentando incluir siestas durante el día.
- Practicar un deporte. La mayoría de los pacientes manifiesta falta de constancia o iniciativa. Cualquier práctica deportiva que implique una conexión con el cuerpo y la atención en el llamado “aquí y ahora” es favorable para reducir el estrés.
- Evitar el cigarrillo. Fumar es un hábito que aumenta el estrés y la ansiedad.
- Mantener una dieta saludable y variada.
- Recurrir a una terapia. No necesariamente tiene que ser el psicoanálisis. Existen muchas terapias alternativas que pueden ayudarnos a afrontar los problemas que nos ocasionan estrés agudo o crónico.
- Incluir un hábito relajante en la rutina. Por ejemplo, una sesión de masajes semanal, una clase de canto o una tarde de lectura en un jardín botánico.
- Evitar situaciones y personas conflictivas. Al no atravesar esos episodios e intentar solucionarlos en un ambiente terapéutico, con la ayuda de un profesional, podemos combatir más fácilmente el estrés.
- Mantener la vida social. Rodearse de nuevas personas y escuchar sus historias de vida. No quedarse atascado en los conflictos propios y perder la noción de la realidad.
- Considerar un cambio de vida. Si hay aspectos de la rutina que cumplieron su ciclo y resultan perjudiciales, animarse al cambio siempre es una buena opción.
- Pedir ayuda. El estrés es un problema de la misma gravedad que muchas otras enfermedades. Recurrir a un especialista o simplemente a un amigo no debe ser algo vergonzante.
Antes de tomar cualquier decisión que tenga un impacto en la salud, es necesario realizar una consulta médica con un profesional de confianza que pueda asesorarnos en el tema.
Los cambios bruscos en la rutina, sin acompañamiento especializado, también pueden derivar en inconvenientes.
Esperamos que estos consejos hayan sido útiles para la difícil tarea de reducir el estrés.
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